lunes, 18 de agosto de 2008

IDENTIDAD

No nos engañemos. En el fondo, las reivindicaciones de Las Urbanizaciones no son más que el simple reflejo de la eterna lucha entre el opresor y el oprimido. Entre el gobernante y el gobernado. Entre el poder y el que sufre sus consecuencias.

En el fondo de lo que se trata es de comprobar si el oprimido tiene la suficiente fuerza para quitarse de encima el yugo opresor. Para que esto no ocurra el poder suele poner siempre en marcha dos líneas de actuación. Por una parte, su aparato propagandístico, en el que de una forma más o menos sutil se hace llegar el mensaje de que se debe respetar el orden establecido. “Que el que obedece siempre debe respetar las decisiones del que manda, ya que se toman por su bien.”

La primera parte de esta aseveración puede tener su utilidad dentro del campo de la disciplina militar, pero hasta en esto se deja una última puerta abierta para que el subordinado pueda negarse a cumplir una orden si va en contra de su conciencia y de sus principios como ser humano. Y en ese momento pasan a ser sus actos responsabilidad únicamente suya.

En cuanto a la segunda parte de esta afirmación, el poder suele adoptar un aire paternalista, dando a entender que esta muy preocupado por sus administrados, sacrificándose y no parando de hacer cosas para conseguir su máximo beneficio y bienestar. Todo esto lo suelen hacer con una gran astucia y hay que reconocerlo con mucho arte, consiguiendo con ello convencer a los más crédulos. Y en este sector es donde tienen el campo abonado para otra de sus actuaciones, el reparto de distinciones y prebendas. Suelen convencer a los mas tontos para que vayan en contra de sus propios intereses y trabajen para ellos deslizándoles algún favor o dándoles unas palmaditas en la espalda, que les permite pavonearse y decir: “Yo es que me codeo con tal o cual dirigente de alto nivel y su puerta siempre la tengo abierta cuando necesito algo”. Con ello se convierten en sus mejores aliados y tratan de reventar cualquier actuación reivindicativa en su propio entorno haciendo un enorme daño a su propia gente.

Y si todo esto no es suficiente, pasamos al último grado. El de la persecución. Todo aquel que lidera cualquier movimiento reivindicativo es perseguido. Y en eso tenemos históricamente multitud de ejemplos: desde la tristemente famosa Inquisición, hasta el negarle en la plaza del pueblo, al marcado, el que trabaje una peonada para dar de comer a sus hijos.

Con ello se consigue sembrar el miedo y se ha conseguido fijar en el subconsciente de los oprimidos la frase de las madres temerosas por sus hijos que siempre les han dicho: “hijo, tu no te metas en líos”.

Con ello tampoco queremos reivindicar, salvando las distancias, a las madres Espartanas que tejían los escudos y mandaban con orgullo a sus hijos a la batalla. Y los mandaban para defender su propia identidad como pueblo. Importante palabra el de Identidad. Por ello no es de extrañar que todos los pueblos defiendan la suya.

Como siempre ha pasado en cualquier movimiento reivindicativo, algunos estamos predestinados a meternos en líos. Sabemos que nunca seremos Edetanos. Pero si no queremos que la tercera generación de los asentados aquí, es decir, nuestros nietos sufran en el colegio la xenofobia y el desprecio que han tenido que soportar algunos de nuestros hijos a los que han llamado chaleteros roba frutas, debemos trabajar para crear nuestra propia identidad como colectivo. Y que nuestros nietos se sientan orgullosos de ser chaleteros que han nacido y viven en las urbanizaciones. Y desde aquí, invitamos sobre todo a las parejas jóvenes que tienen niños y que residen en las Urbanizaciones a que luchen para que sus hijos no se sientan desarraigados y les creen una identidad y un mundo mejor. Para ello es totalmente necesario crear un colectivo unido y con una identidad propia, sino habremos perdido la batalla. Lo demás, es decir, los proyectos urbanísticos, el alcantarillado, etc., nos vendrá dado por añadidura.